1 de septiembre de 2009

Mantener la distancia de seguridad salva vidas

Lo consideramos tan importante que lo repetimos: mantener la distancia de seguridad salva vidas, y esto es lo que pregona el manejo inteligente.

Resulta poco creíble que no respetar algo tan simple pueda ser causa de accidentes. Y no hablamos solamente de los pequeños choques en el congestionado tránsito de una ciudad. La realidad cotidiana nos muestra que este error es el causal de muchas muertes, pese a lo cual parece que no podemos aprender la lección.

La distancia de seguridad es el resultado del estudio práctico de las realidades de manejo y responde a las necesidades físicas (de vehículo, conductor y ambiente) para mantener una condición segura durante la marcha.

Ya conocemos los efectos de la inercia y las fuerzas de rozamiento, y estamos en condiciones de entender esa necesidad en lo que al vehículo se refiere. Cualquier objeto que se mueve necesita una fuerza para detenerse, y la misma surge del rozamiento existente entre las ruedas y el piso.

Es evidente que la distancia de frenado será tanto mayor cuanto más elevada sea la velocidad y también cuanto menor sea la adherencia. Si bien existen fórmulas para calcular esto teóricamente y es relativamente simple hacerlo, no lo es en un ambiente dinámico y con el vehículo en movimiento. En este caso, se trata de un cálculo subjetivo (personal) muy complejo que reconoce a la experiencia sensible (haber vivido una situación) como origen del conocimiento.
La distancia es el producto de la velocidad por el tiempo y la distancia de seguimiento se considera en base al tiempo que separa a dos vehículos.

Si el automóvil que nos precede se detiene, esa distancia que nos separa servirá para frenar y evitar una colisión. Por lo tanto, cuanto menor sea la misma menor será también el tiempo disponible para detenernos, aunque aumentará la energía conservada al momento de golpear.

Por otro lado, se encuentran los tiempos inherentes al conductor. Desde que reacciona para aplicar el freno hasta que efectivamente lo hace transcurre un lapso durante el cual recorre varios metros. Ese trayecto se habrá escurrido solamente en reaccionar, sin tener ningún efecto sobre el vehículo. De ahí que la distancia de seguridad necesita cubrir los tiempos de reacción del conductor y los de frenado del automóvil. Sobre el primero se habla mucho y está muy sobrevalorada la creencia de que buenos reflejos son suficientes para salir airosos de casi cualquier situación. Sin embargo, veremos con números que eso no es así.

El conductor promedio tiene un tiempo de reacción de aproximadamente ¾ de segundo, mientras que alguien en condiciones físicas y/o mentales inadecuadas demora más y alguien bien entrenado puede disminuir esa marca. Se dice que el piloto Ayrton Senna reaccionaba en ¼ de segundo. Cierto o no, tomaremos este número para hacer comparaciones.

Si nos desplazamos a 100 kilómetros por hora (Km/h) -equivalente a 27,78 metros (m) por segundo-, un conductor promedio recorrerá 20,8 m y un piloto experto con reflejos sobrehumanos 7 m mientras tardan en reaccionar. Es decir, la diferencia entre ambos es de 13,8 m. Teniendo en cuenta que ese medio segundo de diferencia es prácticamente inalcanzable y que, en conductores normales, buenos reflejos equivalen a mejoras del orden de la décima de segundo, lo que se gana con ellos serán muy pocos metros comparados con los que se puede lograr mediante otras técnicas. Por supuesto que el tiempo de reacción es importante. De hecho, alguien que reaccione lentamente recorrerá muchos metros antes de comenzar a frenar. No tratamos de despreciar los reflejos sino de darles la magnitud que realmente tienen frente a otros parámetros.

Consideremos el tiempo de ANTICIPACIÓN. Si conducimos observando hasta donde nuestra vista alcance (7 a 10 segundos) más allá del vehículo que nos precede, será posible disponer de mayor tiempo para accionar y evitar la maniobra refleja o en emergencia.
¿Qué tan relevante es mejorar los ¾ de segundo frente a cinco o más segundos ganados por mirar más lejos y poder anticipar?

Aprendamos a predecir lo que ocurrirá. Si vemos que el vehículo que va por delante se aproxima a un obstáculo, siendo conductores inteligentes comenzaremos a aminorar nuestra marcha antes que él, así además estaremos alertando de alguna manera a quien viene por detrás.

Tomar precauciones y colaborar para que otros también lo hagan es parte importante de la conducción inteligente.