20 de mayo de 2009

Manejo y antidepresivos, una combinación peligrosa

Durante la última década el uso de los psicofármacos conocidos como antidepresivos aumentó de manera considerable en prácticamente todo el mundo. En términos generales, se estima que cerca de un 10% de la población total de conductores de automotores los consume, sin contar los casos de auto-prescripción.
Particularmente en la Argentina, no existen investigaciones o legislaciones específicas sobre los efectos que pueden llegar a producir ese tipo de medicamentos en el comportamiento de quienes conducen un vehículo. Sin embargo, un equipo de científicos de la Universidad de Surrey (Inglaterra) llevó a cabo un experimento con consumidores de antidepresivos de última generación que accedieron a ser evaluados respecto de su habilidad de dominio durante el manejo. A partir de una prueba que consistía en presionar el freno del automóvil cada vez que se encendía una lámpara roja en el vehículo de adelante, descubrieron que los psicofármacos en cuestión retrasaban el tiempo de reacción de manera significativa.
Los efectos colaterales de este tipo de drogas pueden incluir sensaciones de mareos, agresión, ansiedad y visión borrosa. Y es sabido que todos esos estados interfieren de manera negativa en la performance del conductor. Esto contradice la opinión médica que se escucha a diario respecto de que las facultades necesarias para manejar bajo los efectos de antidepresivos no se alteran ‘demasiado’. Frente a ese panorama, se hace necesario comunicar los riesgos que pueden llegar a existir, al menos hasta que no haya conclusiones más firmes sobre el tema.
Mientras tanto, aquellas personas que se encuentren bajo tratamiento médico contra la depresión y manejen deben monitorear su propia conducta frente al volante y ser conscientes de que existe la posibilidad de que dichos medicamentos o sus efectos secundarios afecten su performance al conducir. Un conductor inteligente debe estar atento a estas cuestiones y actuar responsablemente en consecuencia.
¿Qué opinás?

11 de mayo de 2009

¿Qué es un accidente?

Según la Real Academia Española el accidente es un "suceso eventual que altera el orden regular de las cosas". Cuando se lleva a cabo cualquier tarea, ya sea izar una carga, perforar un pozo o conducir un vehículo automotor y ocurre un evento que altera su planificación, podemos deducir que ha existido algún tipo de disfunción en el sistema.
La afirmación anterior cuenta con algunas excepciones. Por ejemplo, desde un punto de vista legal existe la figura de hecho fortuito o de fuerza mayor, para considerar un hecho que por ningún medio pudo haber sido previsto, o que en el caso de preverse, no podría evitarse -generalmente asociado a terremotos, ciclones y hechos naturales similares-.
En el pasado, hubo quienes pensaban que muchos de los accidentes ocurrían en pos del progreso y en momentos en el que el ser humano se encontraba forzando las fronteras del conocimiento, esto ocurría particularmente en la industria aeronáutica. En la evolución actual y a más de cien años de la aparición del primer automóvil producido en serie -el Ford T- la electrónica logra impresionantes avances en los estándares de confiabilidad y seguridad de los automóviles, los que sin duda seguirán en aumento pasando a ser cada vez más seguros.

Al explicar un accidente como suceso eventual, podremos suponer que se trata de un hecho que no puede ser evitado, ya sea porque sus causas son desconocidas o bien porque son el resultado de un hecho fortuito o fuerza mayor. Sin embargo, la mayoría de las investigaciones sobre accidentes en el tránsito, concluyen en que "alguno de los partícipes, de alguna manera hubiese podido evitarlo". Aparece como un contra sentido decir que no existe el accidente evitable, pero ¿tal vez no sean accidentes propiamente dichos?
Esto de tanto escribir sobre una discusión semántica donde se habla mucho y se dice poco, resulta útil para fundamentar nuestra simple y particular definición del accidente. Como Metodología de Estudio y de Trabajo, para el Manejo Inteligente el accidente es un SUCESO EVITABLE:
Los sucesos accidentales en el tránsito representan la principal fuente de aprendizaje y son útiles con el fin de evitar su recurrencia.
¿Se pueden evitar todos los accidentes?

9 de mayo de 2009

Creencias erróneas en el manejo de hombres y mujeres

Las creencias erróneas, a modo de mitología condicionan nuestras conductas al manejar, por eso hoy abordaremos otra creencia popular, por lo general arraigada en países latinos y que plantea que al conducir un automóvil, existe una superioridad en los hombres con respecto a las mujeres.
Cierto es el hecho que, hombres y mujeres usan diferentes partes de su cerebro en la búsqueda de un mismo resultado -por ejemplo, decodificar palabras-, sin embargo es importante destacar que esto no significa que el cerebro del hombre sea mejor que el de la mujer para realizar tareas.
En el aprendizaje vemos que, ya se trate de habilidades cognitivas, comunicaciones verbales o no verbales o bien conductas motoras como el manejo, varios estudios han demostrado la inexistencia de diferencias significativas entre el hombre y la mujer a la hora de aprender.*
Pero, ¿existen diferencias cualitativas? Alguna respuesta puede encontrarse si analizamos el tipo de accidentes en que cada sexo se ha visto involucrado.
En este punto, según estadísticas realizadas por el Sistema de Informes de Análisis de Accidentes del Departamento de Transporte de los EEUU, tomando como parámetro la cantidad promedio de kilómetros manejados por ambos sexos, encontramos que los hombres se relacionan en los siguientes tipos de accidentes:
+ aquellos que ocurren a altas velocidades,
+ los de incumplimiento flagrante de las leyes de tránsito,
+ con ingesta previa de alcohol,
+ corriendo picadas, etc.
En un 70% de estos casos hubo fatalidad.
Mientras tanto las mujeres aparecen con menor cantidad de sucesos y la causa principal es el cometer infracciones, que pueden considerarse menores, a la legislación del tránsito. Estos valores se incrementan cuanto menor es la edad del conductor.
De estos estudios se puede deducir la existencia de diferencias entre la calidad del accidente y la conducta que se emplea al manejar.
Mientras los hombres -en particular, los más jóvenes- tienden a ser más agresivos y lo expresan de manera directa, las mujeres, por el contrario, manifiestan mayor empatía frente al error del otro en lugar de responder agresivamente, tal vez, porque pueden observar la situación desde otra perspectiva.
Podemos afirmar entonces que diferencias de estilo no necesariamente simbolizan deficiencias, debido a que también influye el contexto cultural. Que un adolescente varón maneje a temprana edad, no representa un especial carácter de la biología humana sino más bien una expectativa social.
La Psicología del Manejo y el Manejo Inteligente definen conceptualmente diferentes estilos de conducción, y esto permite enseñar la forma de actuar preventivamente para reducir los riesgos de cometer accidentes.
¿Para vos, existen diferencias?

7 de mayo de 2009

La importancia del torque del motor durante el manejo - segunda parte

Siguiendo con lo expuesto en la primera parte de este artículo, transcribimos a continuación algunos ejemplos que dan cuenta de la importancia que reviste mantener la ‘elasticidad’ del motor a fin de manejar siempre con el cambio de velocidad más adecuado.
Aquellos conductores que ostenten algunos años de manejo recordarán la experiencia de conducir automóviles fabricados en las primeras décadas del siglo pasado, cuando los motores desarrollaban pocas RPM en comparación con los actuales y las cajas de velocidades apenas contaban con tres cambios. En esos vehículos era muy común, una vez alcanzada una determinada velocidad, dejar la caja en ‘directa’ y permitir al torque del motor hacerse cargo del resto. Eso es lo que podríamos denominar motores muy elásticos en los cuales la relación de torque entre el punto de máxima potencia y otro con mediano o bajo régimen de RPM no resulta demasiado excesiva.
Con el avance de la tecnología se mejoraron muchos aspectos de los motores, y a medida que se fueron agregando más y más automatismos menos cosas quedaron a cargo del conductor. Sin embargo, la elasticidad sigue siendo algo a lo que debemos prestar especial atención para manejar siempre con el cambio de velocidad más adecuado.
Tratar de acelerar bruscamente o superar una situación de carga extra (como una pendiente pronunciada) sin recurrir a la caja de cambios, llevará al motor a trabajar en condiciones desfavorables que pueden afectar su vida útil e incluso algo mucho más serio: que el vehículo, dependiendo de la maniobra que se realice, sea incapaz de cumplir con la demanda requerida. Imagine una situación de adelantamiento en carretera. Si las ruedas tractoras no cuentan con suficiente torque el vehículo no tendrá capacidad de respuesta, lo cual llevará a una aceleración pobre (en el mejor de los casos) que difícilmente resulte suficiente para lograr el sobrepaso deseado, especialmente con otros vehículos acercándose en sentido contrario.
Por eso, siempre que realice esta maniobra o cualquier otra que requiera un esfuerzo extra asegúrese de tener colocada la marcha adecuada para las condiciones en las que se circula.
En un motor naftero, una forma relativamente simple de notar esta condición de sobre-exigencia mecánica está dada por la presencia de vibraciones y ruidos totalmente fuera de lo normal que surgen al pisar el acelerador, con lo cual el motor suena de forma similar a un gasolero. De hecho, el combustible en esas circunstancias se estará quemando tal como lo hace el gasoil, sólo que un motor naftero no está preparado ni diseñado para soportar tal demanda. Esta condición anormal es provocada por el autoencendido del combustible a causa de las condiciones extremas que se generan en la cámara de combustión, dando lugar a lo que comúnmente se conoce como ‘pistoneo’. Existen, sin embargo, diversas causas que pueden dar origen a este fenómeno, que si bien no constituye una condición excluyente propia del mal uso de la caja de velocidades es sin dudas una de las más frecuentes.
Los vehículos más modernos controlan y corrigen automáticamente los parámetros que tienen influencia directa en el ‘pistoneo’ y son mucho más silenciosos que antaño, pero de ninguna manera eso significa que sean inmunes al mal trato por parte del conductor.
Un conductor inteligente conoce muy bien las características de su vehículo. Eso le permite sacarle el mayor provecho posible logrando un andar seguro y confortable, reduciendo al mínimo el consumo innecesario de combustible y alargando la vida útil de los componentes, lo cual se traduce en menores costos de mantenimiento.

6 de mayo de 2009

La importancia del torque del motor durante el manejo

Pocos parámetros son tan importantes en un motor alternativo de combustión interna como lo es el torque que el mismo sea capaz de entregar. Pero, ¿qué representa ese torque a los fines prácticos durante el manejo? Para responder adecuadamente esa pregunta debemos comprender qué es exactamente y a partir de allí será muy simple deducir su importancia.
De la misma forma en que cuando andamos en bicicleta nuestras piernas ejercen una determinada fuerza sobre los pedales (que luego será transmitida hasta la rueda para producir el avance), en un motor alternativo la presión que genera la combustión actuará sobre los pistones, los cuales, con la colaboración de las bielas y el cigüeñal, transformarán esa presión en un movimiento rotativo que luego será trasladado a las ruedas.
Estas condiciones pueden ser fácilmente asimilables a la que se consigue con una palanca; es decir, con una barra de una longitud determinada sobre la que se aplica una fuerza en uno de sus extremos.
En el caso de la bicicleta, la fuerza la harán las piernas, mientras que en el del motor serán los pistones. De hecho, basta ver las unidades con que está expresado el torque (normalmente newtons/metro o kilogramos/metro) para darnos cuenta de que se trata ni más ni menos que de un tipo particular de palanca. La misma, aplicada sobre las ruedas tractoras, será la que provocará el desplazamiento del vehículo. La potencia, en tanto, a la que tan frecuentemente se recurre, no es más que el producto del torque por la velocidad de giro.
Si con la bicicleta el esfuerzo necesario para superar una pendiente en subida no es el mismo que hace falta para circular por un camino llano, nada hace que en un vehículo motorizado esto sea distinto. Más aún, las condiciones de marcha agregan factores extras, como la resistencia aerodinámica, por mencionar sólo uno de los más evidentes.
El concepto se completa cuando consideramos que el torque de un motor varía con las RPM a las que está trabajando. Esto nos termina llevando a un concepto importante que es el de la elasticidad de un motor. Cuanto más parejo sea el torque a lo largo de toda la gama de revoluciones más elástico resultará el motor, lo que se traducirá en una mayor capacidad para enfrentar diversas condiciones de carga sin necesidad de recurrir a la caja de cambios.
Si bien la falta de elasticidad se hace más notable en unos motores que en otros, sería demasiado simplista tratar de clasificar a los motores según una determinada característica para, en función de ello, estimar qué tan elásticos pueden ser, ya que son muchos los factores que influyen en la curva de torque (la representación gráfica que relaciona a este último con las RPM), tales como si es naftero o diesel, si es aspirado o comprimido y una extensa lista de variables mecánicas, como la superficie y carrera de los pistones, entre otras. No obstante eso, es de suma utilidad conocer las características particulares del vehículo que se conduce.
En próximas ediciones abordaremos conceptos relacionados con la 'elasticidad' del motor a fin de conducir siempre con el cambio de velocidad más adecuado.
El concepto se completa cuando consideramos que el torque de un motor varía con las RPM a las que está trabajando. Esto nos termina llevando a un concepto importante que es el de la elasticidad de un motor. Cuanto más parejo sea el torque a lo largo de toda la gama de revoluciones más elástico resultará el motor, lo que se traducirá en una mayor capacidad para enfrentar diversas condiciones de carga sin necesidad de recurrir a la caja de cambios.
Si bien la falta de elasticidad se hace más notable en unos motores que en otros, sería demasiado simplista tratar de clasificar a los motores según una determinada característica para, en función de ello, estimar qué tan elásticos pueden ser, ya que son muchos los factores que influyen en la curva de torque (la representación gráfica que relaciona a este último con las RPM), tales como si es naftero o diesel, si es aspirado o comprimido y una extensa lista de variables mecánicas, como la superficie y carrera de los pistones, entre otras. No obstante eso, es de suma utilidad conocer las características particulares del vehículo que se conduce.


En próximas ediciones abordaremos conceptos relacionados con la 'elasticidad' del motor a fin de conducir siempre con el cambio de velocidad más adecuado.

¿Podemos mejorar nuestra técnica de manejo?

Según indican numerosas investigaciones (Boyce y Dax, Groeger, Sweeny, etc.), la conducción vehicular está estrechamente relacionada con la inteligencia, ya que el aprendizaje (así como el medio ambiente y quien está a cargo de la enseñanza) juega un papel fundamental en la performance del conductor.
Así lo entiende, entre otros, Louis Falik, reconocido psicólogo clínico de la Universidad de San Francisco (Estados Unidos), quien en su reciente paso por la Argentina postuló que gracias a un buen entrenamiento cualquier habilidad (como el manejo) puede ser mejorada, enterrando las ideas opuestas que afirman que existe un "límite real, individual y natural" entre los inteligentes y los no tanto que no puede traspasarse.
A través de los años pudo comprobarse que cualquier individuo en condiciones óptimas y bajo exposición intensa y repetitiva de una actividad es capaz de mejorar su inteligencia. Las investigaciones del cerebro de las 'mentes geniales' aportan, además, razones biológicas. En este sentido, es conocido el hecho de que varias regiones cerebrales están vinculadas con diferentes actividades correspondientes. Así, por ejemplo, en los cerebros de los astros del deporte ciertas zonas de la corteza del hemisferio derecho son más dinámicas y plásticas a nivel neuronal que las del izquierdo. Eso se debe a que han recibido más tiempo de entrenamiento, en un ambiente adecuado y facilitado por un mediador acorde. Y los resultados son visibles, ya que obtienen un dominio cada vez mayor sobre la habilidad aprendida.
La conducción vehicular es una actividad inteligente y compleja debido a que requiere la puesta en marcha de determinados mecanismos superiores para su ejecución. Y al igual que cualquier disciplina deportiva, puede ser mejorada (cuenta de ello da la práctica diaria de Driving Consultancy). De ahí que mediante un preciso entrenamiento, en un medio óptimo y con un capacitador bien preparado, es posible perfeccionar sensiblemente el nivel de manejo, lo cual constituye un significativo aporte a la seguridad vial.