4 de noviembre de 2009

Similitudes entre entrenamiento en aviación y transporte automotor

La próxima vez que se siente en un avión y se prepare para el despegue, considere la posibilidad real de que su piloto nunca haya volado ese tipo de avión en el aire. ¿Por qué todos son tan confiados con que el piloto puede hacer su trabajo? Porque por varias décadas, la industria de la aviación ha ido desarrollando y perfeccionando métodos de capacitación basados en simulador que son más efectivos en costos y eficientes que otras formas tradicionales de aprender. ¿Pueden estas clases ser aplicadas a la industria del transporte? Se que sí pueden, y se cómo se puede hacer.

Mi confianza está basada en más de veinte años de experiencia de ingeniero en CAE, el fabricante más grande del mundo de simuladores de vuelo. Al comienzo de mi carrera, nos enfocamos en crear el nivel de fidelidad física más alto posible y nos convertimos en expertos en reproducir el instrumental y la performance del avión bajo todo tipo de situaciones. Más tarde, nos dimos cuenta que la fidelidad física era sólo una parte de la solución. Entender las necesidades de los capacitadores y los capacitados y adaptar tecnología de simulación a esas necesidades se convirtieron en aspectos igual de importantes.

Como director de desarrollo de producto de CAE Simfinity TM, aprendí a adaptar tecnología superior para desarrollar herramientas y métodos de capacitación superiores. Empezamos la iniciativa con un equipo de ocho y construimos una situación de negocios que llevó a un presupuesto multimillonario. Cinco años después, estaba dirigiendo a 90 profesionales de áreas como diseño instruccional, producción multimedial y desarrolladores de software y coordinando esfuerzos con más de 100 ingenieros en simulación de otros departamentos dentro de la compañía. Hoy, CAE Simfinity TM es un una solución integrada de capacitación que se usa en centros de entrenamiento de vuelo en todo el mundo, incluyendo Airbus y Boeing.

Comencé Virage Simulation con otros cinco colegas de CAE con el objetivo de aplicar nuestra pericia en capacitación basada en simulador para las necesidades de capacitación de conductores profesionales y nuevos. Con el Dr. Hirsch estamos desarrollando y adaptando soluciones de capacitación en simuladores de camión y autos para poder satisfacer la amplia variedad de necesidades en capacitación de conductores.

Comenzamos desarrollando nuestro simulador de camión analizando detalladamente la Internacional 9900, haciendo test drives para documentar su performance, su sensación y sonidos, y comparar las especificaciones del fabricante con la información del mundo real. Repetimos el proceso para diferentes fabricantes y modelos de camión. Estamos muy orgullosos del alto nivel de fidelidad física que hemos alcanzado.

Como los conductores novatos no pueden aprender a manejar sentándose en un aula, mis palabras no pueden dirigirlo a la experiencia de aprender y manejar en nuestros simuladores. Para apreciarlo, tienen que probar nuestros productos de entrenamiento con simulación usted mismo. Además del nivel de realismo, apreciará el valor agregado de los escenarios de capacitación que hemos integrado en nuestros simuladores.

Como afirmé en el primer párrafo, la capacitación basada en simulación estableció los estándares más altos para performance y seguridad de los pilotos, y estoy confiado en que nosotros en Virage Simulation ayudaremos a nuestros clientes en la empresa del transporte a cumplir con los mismos estándares de performance y seguridad.

Terminaré relacionando una clase crítica que aprendimos de nuestros clientes –no importa cuán grande es nuestro producto, el valor real de las soluciones basadas en entrenamiento en simulador a fin de cuentas, deben ser reflejadas. Por esa razón, uno de los proyectos en Virage Simulation fue desarrollar un programa de entrenamiento eficiente de uso de combustible que puedan reducir los costos de combustible por más de u$s1000 por conductor por año.

Presidente de Virage Simulation President, Ingeniero Remi Quimper

26 de octubre de 2009

Mitos y realidades sobre los efectos del alcohol

Conozca las consecuencias del alcohol al volante

Mucho se ha dicho y por diferentes medios sobre los efectos y las consecuencias de haber bebido alcohol al momento de manejar. Se han hecho campañas publicitarias, acciones de grupos comunitarios sobre concienciación, talleres con jóvenes y grupos de reflexión con el propósito de educar masivamente a la población. Sin embargo, a pesar de estos intentos, la realidad nos muestra que persisten los malos entendidos y equivocaciones acerca de los reales efectos del alcohol. Como ejemplo podemos citar al gran número de personas jóvenes que sostiene la creencia que habiendo bebido alcohol en pequeñas cantidades no los afecta y pese a ello se sienten capaces de controlar sus efectos físicos, o que ese volumen de alcohol ingerido se puede eliminar en un par de horas.

Una vez más, desde Driving Consultancy queremos advertir sobre la incompatibilidad de beber y manejar, recordemos que a través del tiempo el alcohol en grandes cantidades puede dejar secuelas en nuestro organismo, física y mentalmente; y que consumiendo poco o mucho, siempre se alterará la normal capacidad para conducir.


+ NO es un alimento, solo aporta calorías
+ NO es estimulante, sino un depresor del Sistema Nervioso
+ NO aumenta la potencia sexual, sino que la inhibe
+ Si se bebe a lo largo del día se acumula, si se ingiere con las comidas, pasa a la sangre pero más lentamente
+ No reduce la tasa de alcohol: comer chicles ni caramelos, beber aceite, agua o café, fumar, consumir cocaína, hacer ejercicios, comer clara de huevo, darse una ducha o dormir la siesta
+ No sirve para combatir el frío

El conductor inteligente entiende que el manejo responsable es un manejo con cero alcohol en sangre, respetando su propia vida como la de los demás.

1 de septiembre de 2009

Mantener la distancia de seguridad salva vidas

Lo consideramos tan importante que lo repetimos: mantener la distancia de seguridad salva vidas, y esto es lo que pregona el manejo inteligente.

Resulta poco creíble que no respetar algo tan simple pueda ser causa de accidentes. Y no hablamos solamente de los pequeños choques en el congestionado tránsito de una ciudad. La realidad cotidiana nos muestra que este error es el causal de muchas muertes, pese a lo cual parece que no podemos aprender la lección.

La distancia de seguridad es el resultado del estudio práctico de las realidades de manejo y responde a las necesidades físicas (de vehículo, conductor y ambiente) para mantener una condición segura durante la marcha.

Ya conocemos los efectos de la inercia y las fuerzas de rozamiento, y estamos en condiciones de entender esa necesidad en lo que al vehículo se refiere. Cualquier objeto que se mueve necesita una fuerza para detenerse, y la misma surge del rozamiento existente entre las ruedas y el piso.

Es evidente que la distancia de frenado será tanto mayor cuanto más elevada sea la velocidad y también cuanto menor sea la adherencia. Si bien existen fórmulas para calcular esto teóricamente y es relativamente simple hacerlo, no lo es en un ambiente dinámico y con el vehículo en movimiento. En este caso, se trata de un cálculo subjetivo (personal) muy complejo que reconoce a la experiencia sensible (haber vivido una situación) como origen del conocimiento.
La distancia es el producto de la velocidad por el tiempo y la distancia de seguimiento se considera en base al tiempo que separa a dos vehículos.

Si el automóvil que nos precede se detiene, esa distancia que nos separa servirá para frenar y evitar una colisión. Por lo tanto, cuanto menor sea la misma menor será también el tiempo disponible para detenernos, aunque aumentará la energía conservada al momento de golpear.

Por otro lado, se encuentran los tiempos inherentes al conductor. Desde que reacciona para aplicar el freno hasta que efectivamente lo hace transcurre un lapso durante el cual recorre varios metros. Ese trayecto se habrá escurrido solamente en reaccionar, sin tener ningún efecto sobre el vehículo. De ahí que la distancia de seguridad necesita cubrir los tiempos de reacción del conductor y los de frenado del automóvil. Sobre el primero se habla mucho y está muy sobrevalorada la creencia de que buenos reflejos son suficientes para salir airosos de casi cualquier situación. Sin embargo, veremos con números que eso no es así.

El conductor promedio tiene un tiempo de reacción de aproximadamente ¾ de segundo, mientras que alguien en condiciones físicas y/o mentales inadecuadas demora más y alguien bien entrenado puede disminuir esa marca. Se dice que el piloto Ayrton Senna reaccionaba en ¼ de segundo. Cierto o no, tomaremos este número para hacer comparaciones.

Si nos desplazamos a 100 kilómetros por hora (Km/h) -equivalente a 27,78 metros (m) por segundo-, un conductor promedio recorrerá 20,8 m y un piloto experto con reflejos sobrehumanos 7 m mientras tardan en reaccionar. Es decir, la diferencia entre ambos es de 13,8 m. Teniendo en cuenta que ese medio segundo de diferencia es prácticamente inalcanzable y que, en conductores normales, buenos reflejos equivalen a mejoras del orden de la décima de segundo, lo que se gana con ellos serán muy pocos metros comparados con los que se puede lograr mediante otras técnicas. Por supuesto que el tiempo de reacción es importante. De hecho, alguien que reaccione lentamente recorrerá muchos metros antes de comenzar a frenar. No tratamos de despreciar los reflejos sino de darles la magnitud que realmente tienen frente a otros parámetros.

Consideremos el tiempo de ANTICIPACIÓN. Si conducimos observando hasta donde nuestra vista alcance (7 a 10 segundos) más allá del vehículo que nos precede, será posible disponer de mayor tiempo para accionar y evitar la maniobra refleja o en emergencia.
¿Qué tan relevante es mejorar los ¾ de segundo frente a cinco o más segundos ganados por mirar más lejos y poder anticipar?

Aprendamos a predecir lo que ocurrirá. Si vemos que el vehículo que va por delante se aproxima a un obstáculo, siendo conductores inteligentes comenzaremos a aminorar nuestra marcha antes que él, así además estaremos alertando de alguna manera a quien viene por detrás.

Tomar precauciones y colaborar para que otros también lo hagan es parte importante de la conducción inteligente.

21 de julio de 2009

Capacitación a medida, la clave para erradicar el alcohol al volante

Mucho se habla cerca de los días festivos sobre la estrecha relación que existe entre el manejo, el consumo de alcohol y los accidentes de tránsito. Para dar una idea esclarecedora acerca del tema podría decirse que hay una cantidad suficiente de evidencias que indican que el consumo de alcohol reduce drásticamente la performance del conductor y afecta de manera negativa a ciertas habilidades, como la visión, el tiempo de reacción, la capacidad de dividir la atención y el juicio, entre otras.

Según estudios realizados por investigadores de la Universidad de New York, los conductores que manejan alcoholizados y chocan se parecen en varios puntos a aquéllos que conducen sobrios y también chocan. Ambos grupos se caracterizan por ser en su mayoría varones, jóvenes y solteros, así como por tener algún tipo de dependencia con respecto a la bebida o a las drogas. Además se asemejan porque tienen problemas de agresión, ira y otras actitudes y/o rasgos personales negativos.

Este hallazgo ha llevado a postular que las personas que beben y conducen no se convierten en ‘conductores modelo’ cuando están sobrios. En realidad, pertenecen a un grupo de alto riesgo de provocar accidentes de tránsito aun cuando no hayan bebido. Aunque no hay que desestimar el hecho que el alcohol contribuye frecuentemente a que sucedan accidentes, sería bastante útil coordinar los esfuerzos de todas las entidades que se dedican a la seguridad vial para centrar el problema de las campañas contra el alcohol y el manejo en esos puntos, y no como se ha venido haciendo desde el rigor o la tragedia. Sucede que las conductas de un alto porcentaje de bebedores no se ven afectadas por las publicidades ni por las consecuencias legales tales como el arresto o la prisión. Incluso es muy probable que vuelvan a reincidir. Una respuesta posible para ese tipo de conductores sería la capacitación adecuada; es decir, a medida, donde se haga hincapié en otros temas, como la influencia de las emociones en el manejo y la psico-motricidad, sin descuidar cuestiones como la responsabilidad social y las consecuencias a la hora de elegir una conducta.



16 de julio de 2009

El control “inteligente” de velocidad

No hay dudas de que el ser humano es inteligente, entre otra infinita variedad de cosas, es capaz de analizar una determinada situación y obrar en consecuencia de ella. Pero ¿alcanza eso para afirmar que se es inteligente?


Últimamente se han desarrollado una variadísima gama de accesorios que complementan la tarea del conductor y si de algo podemos estar seguros, es que con el tiempo serán más habituales. Inicialmente los airbag o los frenos antibloqueo eran exclusivos de las gamas más altas de vehículos, mientras que hoy son casi esenciales. Esto es una constante en el tiempo, los vehículos actuales no se parecen mucho a los de hace un siglo y debemos acostumbrarnos a ello porque los cambios son progresivamente más vertiginosos.

Sin embargo pasar de asimilar y utilizar correctamente nuevas tecnologías a determinar que un vehículo es algo inteligente resulta precipitado. Por supuesto que una computadora puede registrar variables, hacer cálculos con ellas, determinar las respuestas más adecuadas y ejecutarlas en tiempos y con exactitudes incomparables para nosotros, pero no podemos olvidar que todas esas respuestas, surgen de una programación previa y que por lo tanto no se trata de algo realmente pensante sino apenas de una herramienta que responde más rápida y precisamente ante condiciones preestablecidas.

Tomemos por ejemplo los controles electrónicos de velocidad y distancia, también conocidos como Cruise Control o, como algunos prefieren llamarlos, “control inteligente de velocidad”. Estos sistemas, utilizan diversos métodos para analizar la cercanía de otros objetos o vehículos entre otras variables. Limitándose a analizar esos parámetros y en base a un criterio determinado, actúan automáticamente manteniendo la velocidad del vehículo, independientemente de las condiciones del camino, la ajustan evitando acercamientos peligrosos. Lamentablemente, los parámetros analizados pueden resultar suficientes en el común de los casos, pero sabemos que a diario nos encontramos con hechos que se apartan de esa línea y requieren respuestas específicas. Coinciden los especialistas sobre este accesorio, en que bajo determinadas circunstancias constituye más un peligro que una ayuda, a tal punto que algunos se desactivan al detectar ciertas condiciones, como lluvia o acotados rangos de velocidad. Ahora, ¿resulta posible estar absolutamente seguros de que la programación del sistema incluye todos los posibles escenarios que puede afrontar el vehículo durante la marcha? ¿Pondría alguien en riesgo una vida conociendo esto? El desconocimiento o la mala información pueden poner a un conductor en situaciones desfavorables. Decirle a alguien, que no necesariamente cuenta con conocimientos tecnológicos, que su auto es inteligente y que siempre va a mantener una distancia segura con otros vehículos sin darle suficientes detalles, suena (siendo indulgente) como una gran falta de responsabilidad.


Este dispositivo es muy útil, aporta un importante grado de comodidad al conductor, no se cansa ni distrae como él, reduciendo así la fatiga, importante generador de accidentes. Pero el conductor debe tener perfectamente claro que puede enfrentarse con hechos que el Cruise Control no será capaz de resolver, que lo único inteligente en la conducción del vehículo, al menos por ahora, sigue siendo el conductor. Por lo tanto, si bien resulta práctico utilizar el control de velocidad, bajo ningún punto de vista puede dejar de prestar atención a lo que sucede. Es el conductor quien controla al sistema y no al contrario, como se suele insinuar.



2 de julio de 2009

Autos “inteligentes”: cómo conducir de manera segura, responsable y eficiente

Nadie puede negar que cualquier avance tecnológico que signifique algún tipo de mejora en la calidad de vida debe ser bien recibido. Sin embargo, muchos descubrimientos vienen acompañados de nuevas responsabilidades que, lamentablemente, no siempre son valoradas como corresponde, en tanto que no todos entendemos ni utilizamos la tecnología de la misma manera.

Constantemente surgen nuevos asistentes para los conductores. Desde los difundidos frenos antibloqueo, pasando por los sistemas de tracción asistida, los controles electrónicos de velocidad y frenado y las motorizaciones que aumentan la eficiencia y disminuyen las emisiones, hasta los sofisticados dispositivos empleados originalmente en forma exclusiva en la aviación militar, como los head up display o los asistentes para visión nocturna o térmica, todos deben ser conocidos por el conductor que los utilice (al menos en sus conceptos básicos) a fin de evitar el erróneo y frecuente razonamiento que indica que el mero hecho de contar con ellos torna al vehículo más seguro y por ende se le puede exigir más.


Difícilmente resulte peligroso desconocer cómo funciona un bolígrafo. Pero si lo que se utiliza es una sofisticada maquinaria como un automóvil, que puede superar cómodamente la tonelada de peso y es capaz de desplazarse a grandes velocidades, el escenario cambia radicalmente. Podría incluso parecer algo bonito e inocente, pero si nos ajustamos a las imparciales leyes de la física no deja de ser un enorme proyectil capaz de producir importantes daños cuando no se lo utiliza correctamente.

Por mucho que intentemos deslindar responsabilidades hacia un objeto a la hora de analizar algún tipo de desgracia, generalmente no estaremos más que tratando de ocultar el verdadero y mayor generador de accidentes: el factor humano.

Es cierto que existen fallas mecánicas y otros factores externos, así como que muchos de ellos pueden ser previstos y controlados. Si un conductor no efectúa chequeos periódicos sobre su vehículo o bien sabe o al menos intuye que algo no funciona como debería y aún así no realiza el mantenimiento correspondiente, queda claro que la falla no es mecánica. Mismo criterio puede emplearse si un accidente se desencadena por el uso incorrecto de un elemento. ¿De qué sirve contar con el mejor sistema de frenos antibloqueo si no se lo utiliza adecuadamente?

Antiguamente, para manejar un Ford T se requería una importante preparación por parte de los conductores, a punto tal que muy frecuentemente eran ellos mismos sus propios mecánicos. A medida que la técnica evolucionó las complejidades de los vehículos disminuyeron y paulatinamente cobraron un carácter más popular, permitiendo que la gente fuera descartando conocimientos que por entonces resultaban casi esenciales.

Si hoy exigiéramos semejante nivel de conocimiento antes de otorgar los permisos de conducir nos encontraríamos con ciudades y carreteras prácticamente desiertas en comparación a las que estamos acostumbrados a transitar. Desde ya, no hay que ser extremistas; no se trata de que todo conductor conozca al detalle el funcionamiento de su vehículo ni que sea capaz de mantenerlo por sí mismo. Pero sin dudas el conocimiento de pautas básicas lo llevará a manejar de manera más segura, responsable y eficiente.

En próximos artículos haremos un breve recorrido sobre los últimos avances registrados en materia automotriz analizándolos desde el punto de vista del conductor inteligente y no de las campañas publicitarias que, en muchos casos, aportan más confusión o información errónea que beneficios.

Para vos, ¿debemos ser precavidos aún con autos "inteligentes"?



8 de junio de 2009

Uso indebido de la bocina

La mayor parte de las ciudades de Latinoamérica son extremadamente ruidosas. Un estudio realizado por la Organización Mundial de la Salud en 2003 ubica a Buenos Aires como la ciudad más ruidosa de la región. Transitar por las calles porteñas afecta la calidad de vida ya que el ruido se ha convertido en un factor contaminante importante, debido a, entre otros, silenciadores de caños de escape que no funcionan como deberían, sirenas y aceleraciones bruscas.
Esta vez nos detendremos en el uso indebido de la bocina. La ley de tránsito de Argentina –en este punto similar a otras en América Latina- en su artículo 48 apartado V, estipula claramente que está prohibido usar la bocina en zonas urbanas, salvo en situación de peligro. A esto se refiere por ejemplo que debe ser utilizad para poder alertar a un peatón descuidado que ha cruzado en nuestro camino sin la debida atención.
Hoy en día el conductor típico –y no sólo en Buenos Aires sino en muchas otras ciudades latinoamericanas- le da un uso a la bocina diferente a lo que estipula la ley. Es decir, la usa por ejemplo para recordarle al conductor de adelante que el semáforo ha cambiado a verde y que debe acelerar, “contestarle” a un conductor que lo ha encerrado, hacerle notar a los otros conductores de sus errores, llamar la atención de alguien para saludarlo, protestar, descargar la ira, etc.
Si utilizamos la bocina de manera indebida, no sólo estamos favoreciendo el aumento de la polución acústica en la ciudad, sino que también estamos distrayendo a los otros conductores, ya que su uso, como lo hemos enunciado más arriba, debe ser para alertar sobre un peligro. Hay que recordar que las distracciones contribuyen a un número elevado de accidentes.
Con una capacitación adecuada el conductor inteligente aporta su cuota para disminuir el impacto ambiental, utilizando la bocina sólo cuando es necesario.

¿Qué opinás? ¿Se debe hacer uso de la bocina?

Señalización

Las señales viales son de gran importancia y utilidad ya que anticipan al conductor las características o riesgos que se presentarán más adelante en la vía. Son las mediadoras entre la ley escrita y el conductor. Se clasifican en dos tipos distintos según la señalización en horizontal y vertical.
Las señales horizontales son todo tipo de marcas sobre el pavimento, mates o reflejantes: las líneas amarillas que prohíben el adelantamiento, las que indican resaltos, velocidades para niebla, etc.
Por su parte, las señales verticales son señales sobre el camino, destinadas a reglamentar, advertir o informar al tránsito, mediante palabras o símbolos determinados. Éstas siguen un patrón de colores y formas que ayudan a nuestro cerebro a distinguirlas y entenderlas rápidamente:
Esta manera particular de diseño de las señales viales está en relación con procurar que no se generen problemas en su comprensión. En los seres humanos puede llegar existir un “conflicto” entre el hemisferio derecho y el izquierdo del cerebro. Cada hemisferio tiene una relación diferente con el lenguaje de signos, es decir, una visión y percepción diferente de cada problema. Por ejemplo, si leemos las palabras AMARILLO, AZUL, ROJO nos costaría decir el color de la palabra y no lo que dice la palabra. Un hemisferio del cerebro reconoce el color y el otro la palabra y hay dos interpretaciones distintas para una sola palabra.
El diseño de un sistema simbólico de señales de tránsito como el que existe actualmente, donde se combinan diferentes principios para hacer llegar el mensaje deseado, ayuda a superar esta dicotomía, y por lo tanto a minimizar el tiempo y esfuerzo que conlleva interpretar una señal: el cerebro reconoce la información ya sea a través de su significación, el color y la forma de la señal que se lea, reduciendo el trabajo mental y la frustración que derivan de manejar en estos tiempos.
¿Conocés las señales de tránsito?

4 de junio de 2009

Controlar la ira

Por estos días, la ira, la agresividad y las reacciones violentas que solemos experimentar mientras manejamos son cada vez más frecuentes, y según recientes estudios tienden a aumentar. Estos hábitos adquiridos en la infancia se incorporan durante los viajes que los niños realizan en el asiento trasero, cuando observan la forma en que sus padres, como conductores, se comportan y reaccionan frente a variadas circunstancias. Pero hay que tener en cuenta que esos modos de conducta no sólo distorsionan la apreciación de lo que es realmente peligroso sino también inculcan en los chicos un modelo agresivo de conducción como norma.

Hoy cada vez es más habitual escuchar hablar del road rage (ira en los caminos), concepto que explica la conducta violenta y agresiva de ciertos conductores hacia otros pares. Existen diferentes grados de ese tipo de conducta. Son conocidos los casos donde un conductor es capaz de perseguir a otro por cuadras enfurecido para hacerle notar un error que cometió. Una reacción así puede terminar en un simple intercambio verbal, pero también hasta en una pelea con armas blancas.

Otros ejemplos de cómo se expresa la ira mientras se maneja es desacelerar para no dejar pasar a conductores que deciden ir mas rápido que nosotros; encerrar a otros vehículos o conducir casi 'pegado' al vehículo de adelante, por mencionar sólo algunos.

Si bien en mayor o menor medida en algún momento todos nos hemos vistos inmersos en situaciones de manejo donde nos resultó difícil controlarnos, son en general los conductores varones los que tienden a expresar la agresión de manera más abierta, sobre todo los más jóvenes. Las razones por las cuales varones y mujeres son presos de una situación de agresión también difieren. Se cree que una respuesta desadaptada puede provenir por causas tales como la fatiga, el estrés, preocupaciones o presiones por llegar a horario a alguna cita, entre otras. Existen técnicas que sirven para controlar y dominar efectivamente las emociones frente al volante, pero, bien vale resaltarlo, también es necesario un cambio de actitud.

Los conductores dependemos fuertemente unos de otros para coordinar nuestras acciones. Responder de manera emocionalmente inteligente ayudará a reflexionar sobre nuestras limitaciones y reconocer nuestros puntos débiles. Una capacitación adecuada en este sentido puede contribuir efectivamente a evitar este flagelo que es la ira en nuestros caminos.
¿Te invade la ira mientras manejás? Dejanos tu mensaje.

El grado de atención se puede mejorar

Los avances registrados durante las últimas décadas por los estudiosos de la funciones cognitivas han permitido una mayor compresión sobre el funcionamiento de la mente y el por qué del comportamiento de las personas. Algunos de los aspectos involucrados en ese proceso, como la capacidad de atención, estrechamente ligada con la habilidad para resolver problemas y tomar decisiones, son de singular importancia, ya que nos ayudan a entender un poco más la psicología del conductor.
Se denomina grado de densidad de la atención a la capacidad que tiene una persona para focalizar su atención sobre un evento particular en un período de tiempo determinado.
Mantener la correcta distancia de seguimiento cuando conducimos, apelar a la anticipación en todo momento frente al volante y frenar de manera segura son, entre muchas otras, acciones que contribuyen a un buen desempeño durante el manejo y que también demandan un determinado grado de atención. En ese sentido, una capacitación adecuada indudablemente mejorará las habilidades que tiene un conductor, generando conductas y prácticas cada vez más seguras y positivas. En consecuencia, éstas demandarán un aumento del grado de la atención requerida para realizar dichas funciones de manera óptima.
Según el profesor Néstor Braidot, de la Universidad Abierta Interamericana, una adecuada densidad de atención modela el cerebro, reforzando circuitos neuronales específicos de la corteza donde está implicada la capacidad de planificación, resolución de problemas y toma de decisiones. Así, cuanto mayor sea el grado de concentración sobre una actividad o idea mayor será la densidad de atención. Y a mayor entrenamiento, mayor aumento de las capacidades cognitivas, en este caso la atención, tan necesaria para una conducción segura.
Todas estas habilidades, que normalmente no se tienen en cuenta a la hora de conducir un vehículo, son de vital importancia. Ocurre que el manejo es una actividad psicomotriz compleja, entrenable y fuertemente influenciada por las emociones y pensamientos. Y si bien hoy en día se necesitan más investigaciones para entender mejor la forma en que la atención es requerida para facilitar cambios a largo plazo en la conducta de los individuos, la mejora en los resultados es ya un buen indicador de los progresos hechos en esta disciplina.

¿Manejás atento?

20 de mayo de 2009

Manejo y antidepresivos, una combinación peligrosa

Durante la última década el uso de los psicofármacos conocidos como antidepresivos aumentó de manera considerable en prácticamente todo el mundo. En términos generales, se estima que cerca de un 10% de la población total de conductores de automotores los consume, sin contar los casos de auto-prescripción.
Particularmente en la Argentina, no existen investigaciones o legislaciones específicas sobre los efectos que pueden llegar a producir ese tipo de medicamentos en el comportamiento de quienes conducen un vehículo. Sin embargo, un equipo de científicos de la Universidad de Surrey (Inglaterra) llevó a cabo un experimento con consumidores de antidepresivos de última generación que accedieron a ser evaluados respecto de su habilidad de dominio durante el manejo. A partir de una prueba que consistía en presionar el freno del automóvil cada vez que se encendía una lámpara roja en el vehículo de adelante, descubrieron que los psicofármacos en cuestión retrasaban el tiempo de reacción de manera significativa.
Los efectos colaterales de este tipo de drogas pueden incluir sensaciones de mareos, agresión, ansiedad y visión borrosa. Y es sabido que todos esos estados interfieren de manera negativa en la performance del conductor. Esto contradice la opinión médica que se escucha a diario respecto de que las facultades necesarias para manejar bajo los efectos de antidepresivos no se alteran ‘demasiado’. Frente a ese panorama, se hace necesario comunicar los riesgos que pueden llegar a existir, al menos hasta que no haya conclusiones más firmes sobre el tema.
Mientras tanto, aquellas personas que se encuentren bajo tratamiento médico contra la depresión y manejen deben monitorear su propia conducta frente al volante y ser conscientes de que existe la posibilidad de que dichos medicamentos o sus efectos secundarios afecten su performance al conducir. Un conductor inteligente debe estar atento a estas cuestiones y actuar responsablemente en consecuencia.
¿Qué opinás?

11 de mayo de 2009

¿Qué es un accidente?

Según la Real Academia Española el accidente es un "suceso eventual que altera el orden regular de las cosas". Cuando se lleva a cabo cualquier tarea, ya sea izar una carga, perforar un pozo o conducir un vehículo automotor y ocurre un evento que altera su planificación, podemos deducir que ha existido algún tipo de disfunción en el sistema.
La afirmación anterior cuenta con algunas excepciones. Por ejemplo, desde un punto de vista legal existe la figura de hecho fortuito o de fuerza mayor, para considerar un hecho que por ningún medio pudo haber sido previsto, o que en el caso de preverse, no podría evitarse -generalmente asociado a terremotos, ciclones y hechos naturales similares-.
En el pasado, hubo quienes pensaban que muchos de los accidentes ocurrían en pos del progreso y en momentos en el que el ser humano se encontraba forzando las fronteras del conocimiento, esto ocurría particularmente en la industria aeronáutica. En la evolución actual y a más de cien años de la aparición del primer automóvil producido en serie -el Ford T- la electrónica logra impresionantes avances en los estándares de confiabilidad y seguridad de los automóviles, los que sin duda seguirán en aumento pasando a ser cada vez más seguros.

Al explicar un accidente como suceso eventual, podremos suponer que se trata de un hecho que no puede ser evitado, ya sea porque sus causas son desconocidas o bien porque son el resultado de un hecho fortuito o fuerza mayor. Sin embargo, la mayoría de las investigaciones sobre accidentes en el tránsito, concluyen en que "alguno de los partícipes, de alguna manera hubiese podido evitarlo". Aparece como un contra sentido decir que no existe el accidente evitable, pero ¿tal vez no sean accidentes propiamente dichos?
Esto de tanto escribir sobre una discusión semántica donde se habla mucho y se dice poco, resulta útil para fundamentar nuestra simple y particular definición del accidente. Como Metodología de Estudio y de Trabajo, para el Manejo Inteligente el accidente es un SUCESO EVITABLE:
Los sucesos accidentales en el tránsito representan la principal fuente de aprendizaje y son útiles con el fin de evitar su recurrencia.
¿Se pueden evitar todos los accidentes?

9 de mayo de 2009

Creencias erróneas en el manejo de hombres y mujeres

Las creencias erróneas, a modo de mitología condicionan nuestras conductas al manejar, por eso hoy abordaremos otra creencia popular, por lo general arraigada en países latinos y que plantea que al conducir un automóvil, existe una superioridad en los hombres con respecto a las mujeres.
Cierto es el hecho que, hombres y mujeres usan diferentes partes de su cerebro en la búsqueda de un mismo resultado -por ejemplo, decodificar palabras-, sin embargo es importante destacar que esto no significa que el cerebro del hombre sea mejor que el de la mujer para realizar tareas.
En el aprendizaje vemos que, ya se trate de habilidades cognitivas, comunicaciones verbales o no verbales o bien conductas motoras como el manejo, varios estudios han demostrado la inexistencia de diferencias significativas entre el hombre y la mujer a la hora de aprender.*
Pero, ¿existen diferencias cualitativas? Alguna respuesta puede encontrarse si analizamos el tipo de accidentes en que cada sexo se ha visto involucrado.
En este punto, según estadísticas realizadas por el Sistema de Informes de Análisis de Accidentes del Departamento de Transporte de los EEUU, tomando como parámetro la cantidad promedio de kilómetros manejados por ambos sexos, encontramos que los hombres se relacionan en los siguientes tipos de accidentes:
+ aquellos que ocurren a altas velocidades,
+ los de incumplimiento flagrante de las leyes de tránsito,
+ con ingesta previa de alcohol,
+ corriendo picadas, etc.
En un 70% de estos casos hubo fatalidad.
Mientras tanto las mujeres aparecen con menor cantidad de sucesos y la causa principal es el cometer infracciones, que pueden considerarse menores, a la legislación del tránsito. Estos valores se incrementan cuanto menor es la edad del conductor.
De estos estudios se puede deducir la existencia de diferencias entre la calidad del accidente y la conducta que se emplea al manejar.
Mientras los hombres -en particular, los más jóvenes- tienden a ser más agresivos y lo expresan de manera directa, las mujeres, por el contrario, manifiestan mayor empatía frente al error del otro en lugar de responder agresivamente, tal vez, porque pueden observar la situación desde otra perspectiva.
Podemos afirmar entonces que diferencias de estilo no necesariamente simbolizan deficiencias, debido a que también influye el contexto cultural. Que un adolescente varón maneje a temprana edad, no representa un especial carácter de la biología humana sino más bien una expectativa social.
La Psicología del Manejo y el Manejo Inteligente definen conceptualmente diferentes estilos de conducción, y esto permite enseñar la forma de actuar preventivamente para reducir los riesgos de cometer accidentes.
¿Para vos, existen diferencias?

7 de mayo de 2009

La importancia del torque del motor durante el manejo - segunda parte

Siguiendo con lo expuesto en la primera parte de este artículo, transcribimos a continuación algunos ejemplos que dan cuenta de la importancia que reviste mantener la ‘elasticidad’ del motor a fin de manejar siempre con el cambio de velocidad más adecuado.
Aquellos conductores que ostenten algunos años de manejo recordarán la experiencia de conducir automóviles fabricados en las primeras décadas del siglo pasado, cuando los motores desarrollaban pocas RPM en comparación con los actuales y las cajas de velocidades apenas contaban con tres cambios. En esos vehículos era muy común, una vez alcanzada una determinada velocidad, dejar la caja en ‘directa’ y permitir al torque del motor hacerse cargo del resto. Eso es lo que podríamos denominar motores muy elásticos en los cuales la relación de torque entre el punto de máxima potencia y otro con mediano o bajo régimen de RPM no resulta demasiado excesiva.
Con el avance de la tecnología se mejoraron muchos aspectos de los motores, y a medida que se fueron agregando más y más automatismos menos cosas quedaron a cargo del conductor. Sin embargo, la elasticidad sigue siendo algo a lo que debemos prestar especial atención para manejar siempre con el cambio de velocidad más adecuado.
Tratar de acelerar bruscamente o superar una situación de carga extra (como una pendiente pronunciada) sin recurrir a la caja de cambios, llevará al motor a trabajar en condiciones desfavorables que pueden afectar su vida útil e incluso algo mucho más serio: que el vehículo, dependiendo de la maniobra que se realice, sea incapaz de cumplir con la demanda requerida. Imagine una situación de adelantamiento en carretera. Si las ruedas tractoras no cuentan con suficiente torque el vehículo no tendrá capacidad de respuesta, lo cual llevará a una aceleración pobre (en el mejor de los casos) que difícilmente resulte suficiente para lograr el sobrepaso deseado, especialmente con otros vehículos acercándose en sentido contrario.
Por eso, siempre que realice esta maniobra o cualquier otra que requiera un esfuerzo extra asegúrese de tener colocada la marcha adecuada para las condiciones en las que se circula.
En un motor naftero, una forma relativamente simple de notar esta condición de sobre-exigencia mecánica está dada por la presencia de vibraciones y ruidos totalmente fuera de lo normal que surgen al pisar el acelerador, con lo cual el motor suena de forma similar a un gasolero. De hecho, el combustible en esas circunstancias se estará quemando tal como lo hace el gasoil, sólo que un motor naftero no está preparado ni diseñado para soportar tal demanda. Esta condición anormal es provocada por el autoencendido del combustible a causa de las condiciones extremas que se generan en la cámara de combustión, dando lugar a lo que comúnmente se conoce como ‘pistoneo’. Existen, sin embargo, diversas causas que pueden dar origen a este fenómeno, que si bien no constituye una condición excluyente propia del mal uso de la caja de velocidades es sin dudas una de las más frecuentes.
Los vehículos más modernos controlan y corrigen automáticamente los parámetros que tienen influencia directa en el ‘pistoneo’ y son mucho más silenciosos que antaño, pero de ninguna manera eso significa que sean inmunes al mal trato por parte del conductor.
Un conductor inteligente conoce muy bien las características de su vehículo. Eso le permite sacarle el mayor provecho posible logrando un andar seguro y confortable, reduciendo al mínimo el consumo innecesario de combustible y alargando la vida útil de los componentes, lo cual se traduce en menores costos de mantenimiento.

6 de mayo de 2009

La importancia del torque del motor durante el manejo

Pocos parámetros son tan importantes en un motor alternativo de combustión interna como lo es el torque que el mismo sea capaz de entregar. Pero, ¿qué representa ese torque a los fines prácticos durante el manejo? Para responder adecuadamente esa pregunta debemos comprender qué es exactamente y a partir de allí será muy simple deducir su importancia.
De la misma forma en que cuando andamos en bicicleta nuestras piernas ejercen una determinada fuerza sobre los pedales (que luego será transmitida hasta la rueda para producir el avance), en un motor alternativo la presión que genera la combustión actuará sobre los pistones, los cuales, con la colaboración de las bielas y el cigüeñal, transformarán esa presión en un movimiento rotativo que luego será trasladado a las ruedas.
Estas condiciones pueden ser fácilmente asimilables a la que se consigue con una palanca; es decir, con una barra de una longitud determinada sobre la que se aplica una fuerza en uno de sus extremos.
En el caso de la bicicleta, la fuerza la harán las piernas, mientras que en el del motor serán los pistones. De hecho, basta ver las unidades con que está expresado el torque (normalmente newtons/metro o kilogramos/metro) para darnos cuenta de que se trata ni más ni menos que de un tipo particular de palanca. La misma, aplicada sobre las ruedas tractoras, será la que provocará el desplazamiento del vehículo. La potencia, en tanto, a la que tan frecuentemente se recurre, no es más que el producto del torque por la velocidad de giro.
Si con la bicicleta el esfuerzo necesario para superar una pendiente en subida no es el mismo que hace falta para circular por un camino llano, nada hace que en un vehículo motorizado esto sea distinto. Más aún, las condiciones de marcha agregan factores extras, como la resistencia aerodinámica, por mencionar sólo uno de los más evidentes.
El concepto se completa cuando consideramos que el torque de un motor varía con las RPM a las que está trabajando. Esto nos termina llevando a un concepto importante que es el de la elasticidad de un motor. Cuanto más parejo sea el torque a lo largo de toda la gama de revoluciones más elástico resultará el motor, lo que se traducirá en una mayor capacidad para enfrentar diversas condiciones de carga sin necesidad de recurrir a la caja de cambios.
Si bien la falta de elasticidad se hace más notable en unos motores que en otros, sería demasiado simplista tratar de clasificar a los motores según una determinada característica para, en función de ello, estimar qué tan elásticos pueden ser, ya que son muchos los factores que influyen en la curva de torque (la representación gráfica que relaciona a este último con las RPM), tales como si es naftero o diesel, si es aspirado o comprimido y una extensa lista de variables mecánicas, como la superficie y carrera de los pistones, entre otras. No obstante eso, es de suma utilidad conocer las características particulares del vehículo que se conduce.
En próximas ediciones abordaremos conceptos relacionados con la 'elasticidad' del motor a fin de conducir siempre con el cambio de velocidad más adecuado.
El concepto se completa cuando consideramos que el torque de un motor varía con las RPM a las que está trabajando. Esto nos termina llevando a un concepto importante que es el de la elasticidad de un motor. Cuanto más parejo sea el torque a lo largo de toda la gama de revoluciones más elástico resultará el motor, lo que se traducirá en una mayor capacidad para enfrentar diversas condiciones de carga sin necesidad de recurrir a la caja de cambios.
Si bien la falta de elasticidad se hace más notable en unos motores que en otros, sería demasiado simplista tratar de clasificar a los motores según una determinada característica para, en función de ello, estimar qué tan elásticos pueden ser, ya que son muchos los factores que influyen en la curva de torque (la representación gráfica que relaciona a este último con las RPM), tales como si es naftero o diesel, si es aspirado o comprimido y una extensa lista de variables mecánicas, como la superficie y carrera de los pistones, entre otras. No obstante eso, es de suma utilidad conocer las características particulares del vehículo que se conduce.


En próximas ediciones abordaremos conceptos relacionados con la 'elasticidad' del motor a fin de conducir siempre con el cambio de velocidad más adecuado.

¿Podemos mejorar nuestra técnica de manejo?

Según indican numerosas investigaciones (Boyce y Dax, Groeger, Sweeny, etc.), la conducción vehicular está estrechamente relacionada con la inteligencia, ya que el aprendizaje (así como el medio ambiente y quien está a cargo de la enseñanza) juega un papel fundamental en la performance del conductor.
Así lo entiende, entre otros, Louis Falik, reconocido psicólogo clínico de la Universidad de San Francisco (Estados Unidos), quien en su reciente paso por la Argentina postuló que gracias a un buen entrenamiento cualquier habilidad (como el manejo) puede ser mejorada, enterrando las ideas opuestas que afirman que existe un "límite real, individual y natural" entre los inteligentes y los no tanto que no puede traspasarse.
A través de los años pudo comprobarse que cualquier individuo en condiciones óptimas y bajo exposición intensa y repetitiva de una actividad es capaz de mejorar su inteligencia. Las investigaciones del cerebro de las 'mentes geniales' aportan, además, razones biológicas. En este sentido, es conocido el hecho de que varias regiones cerebrales están vinculadas con diferentes actividades correspondientes. Así, por ejemplo, en los cerebros de los astros del deporte ciertas zonas de la corteza del hemisferio derecho son más dinámicas y plásticas a nivel neuronal que las del izquierdo. Eso se debe a que han recibido más tiempo de entrenamiento, en un ambiente adecuado y facilitado por un mediador acorde. Y los resultados son visibles, ya que obtienen un dominio cada vez mayor sobre la habilidad aprendida.
La conducción vehicular es una actividad inteligente y compleja debido a que requiere la puesta en marcha de determinados mecanismos superiores para su ejecución. Y al igual que cualquier disciplina deportiva, puede ser mejorada (cuenta de ello da la práctica diaria de Driving Consultancy). De ahí que mediante un preciso entrenamiento, en un medio óptimo y con un capacitador bien preparado, es posible perfeccionar sensiblemente el nivel de manejo, lo cual constituye un significativo aporte a la seguridad vial.